jueves, 24 de octubre de 2013

Crónicas desde el cielo: Manolo Escobar. Más allá del mar.

Manolo caminaba por la playa. Era todavía de madrugada. Le gustaba pasear silencioso, sentir sobre sus pies cansados la fina arena mediterránea de su playa de levante en Benidorm, silbando una melodía o cantando a voz en grito, coreado por el susurro del mar. Sentir la brisa marina rozando su rostro.
Se encontraba bien, aunque nostálgico. Hubiera querido correr por la playa, pero últimamente no se encontraba bien, se sentía débil, cansado, pero con ganas de luchar.Se colocó mirando hacia la mar, la femenina con “la” como la llaman los que de ella viven.
Desde aquel estupendo punto de vista podía contemplar toda la bahía, desde la Cala del Mal Pass hasta el comienzo de la playa de Poniente. En el frente : La isla le miraba imponente.
Comenzaba a amanecer y Manolo, comenzó a notar como sus pies se hundían cada vez más y más en la arena, una arena que se tornaba en una especie de algodón blanco y suave. Notaba como sus piernas cada vez estaban más descansadas. “¡Qué bueno es el agua de mar para los dolores!”- pensó.
De repente vio como el mar de olas suaves y espumosas comenzaba a convertirse en otro tipo de mar : ¡Un mar de nubes!
 Echó la vista atrás, buscando los grandes rascacielos , los hoteles y los edificios del paseo, pero en su lugar solo encontró un sol fuerte , poderoso que parecía desperezarse ante sus ojos en aquella mañana del otoñal octubre como si de un día de agosto se tratara.
Todo el paisaje conocido de su adorada Costa Blanca, comenzaba a desaparecer ante sus ojos y en su lugar aparecía un lugar diferente con casas blancas, encaladas, tierras fértiles y bellas, enmarcadas en verdes y algodonosas nubes.
Parecía un sueño, tenía ante sí toda la belleza de las tierras alicantinas, pero aquel paisaje le recordaba a las tierras de su Almería natal e incluso a la costa fuerte y brava de su adorada Cataluña. En su ensueño todas las partes del mundo en las que había cantado y disfrutado tantas veces aparecían ante sus ojos, unos ojos que cada vez veían mejor, de manera más cristalina, casi con la mirada de un niño.
Notaba también como cada parte de su cuerpo le respondía de manera perfecta, como cuando era un “chavea” y jugaba con sus hermanos delante de su humilde casita del sur.
En esto estaba pensando cuando de detrás de unos larguísimos rayos de luz oyó como le llamaban: ¡¡¡¡ Manolooooooo!!!!!, ¡¡¡¡¡Manolo!!!!!
Se giró al instante, como con un resorte y sus ojos vieron algo que desde hacia unos meses intuía, sabía que llegaría, allí estaban su padre y sus hermanos...
Y apoyada junto a la puerta le esperaba ella, su madre, su madrecita María del Carmen.
Con una gran sonrisa, Manolo, dichoso, se fundió en un gran abrazo con todos ellos.
¡Era feliz!, desde este paraíso podía ver, disfrutar y cuidar de sus amores terrenales, viviendo en su recuerdo, escuchar como sus melodías seguían sonando en su antiguo “barrio” terrenal y además vivir junto todos aquellos que habían decidido viajar antes que él.
¡Chicos!, ¿Es qué aquí no hay guitarras?, les dijo haciendo un guiño a sus hermanos. Al instante ellos le respondieron con unos acordes musicales...
Y así entre nubes,fandanguillos y alegría...
Manolo comenzó una nueva etapa , una etapa sin duda feliz.

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